EmPápate. Septiembre 7
“GRACIAS POR LA VALENTÍA,
GRACIAS POR EL CORAJE”
Por Guillermo Romero Salamanca
· Según Enrique Peñaloza, alcalde de Bogotá, un
millón y medio de bogotanos salieron a recibir al Papa Francisco.
· Bogotá
vivió una jornada cívica.
· Emmanuel,
hijo de Clara Rojas, fue la primera víctima que saludó el Papa.
· Los
jóvenes de Idipron le pidieron al Papa comenzar con el proceso de canonización
del padre Javier de Nicoló.
Bogotá se vistió de fiesta con la visita del Papa
Francisco. Con unos minutos de retraso por la desviación que tuvo que hacer por
el huracán Irma, hacia las 4 y 30 de la tarde arribó al aeropuerto de CATAM el
vuelo AZ4000 de Alitalia. Cuando el
Pontífice descendió por la escalinata el avión fue recibido por el presidente
Juan Manuel Santos y su esposa María Clemencia Rodríguez.
Después de ofrecerle el sentido pésame a la primera
dama por el fallecimiento de su padre, el Papa Francisco saludó a Emanuel, el
hijo de Clara Rojas, que nació durante el secuestro de la política. El niño le
hizo entrega de una escultura de una paloma como símbolo de paz.
Con el ritmo de la cumbia y aires caribeños, el Papa
extendió su mano a víctimas del conflicto armado que padeció el país por más de
50 años y se encontró también con enfermos, desplazados, desmovilizados y otras
personas que han sufrido la violencia.
Minutos después emprendió un desfile por la calle 26,
en un recorrido de 12.4 kilómetros, en el cual y según manifestó el alcalde
Enrique Peñaloza, un millón y medio de personas salieron a su encuentro.
Decenas de venezolanos, peruanos, panameños y ecuatorianos se hicieron también presentes
con sus cantos y pancartas.
A LA ESPERA DESDE TEMPRANO
Estudiantes, trabajadores, amas de casa, profesionales
y religiosos llegaron desde bien temprano y fueron tomando un pedazo de acera
para esperar el paso del papa móvil. A una velocidad de 32 kilómetros por hora
pasó impartiendo la bendición apostólica el Papa de 81 años que debió guardar
el solideo ante los continuos ventarrones de la ciudad llena de sol y sin nubarrones.
Sólo unos segundos bastaron para que muchas personas
se fueran felices para sus casas. Miles de bogotanos con celulares en mano
tomaban fotografías y otros querían un recuerdo más del obispo de Roma, que
viajaba acompañado por el cardenal Rubén Salazar.
A medida que la caravana avanzaba hacia el Centro Internacional
de Bogotá, el número de personas crecía y a la altura de la Universidad Nacional,
la vía se hacía pequeña por la multitud de personas que querían estar cerca del
Papa Francisco. Unos cuantos niños y uno que otro joven alcanzó una bendición o
un saludo de mano.
Los 900 estudiantes y profesores de la Universidad
Minuto de Dios que llegaron a la calle 26 con avenida Ciudad de Cali hacia las
7 de la mañana, se marcharon contentos con los escasos 3 segundos que pudieron
ver al Papa. “Con esto tenemos, es una gran alegría verle, ya que no tenemos
oportunidad de ir a Roma a visitarle”, dijo un estudiante de Comunicación
Social.
ENTRE CUMBIAS Y RAP
Bogotá, acostumbrada a los trancones y a la falta de
movilidad, vivió una jornada cívica y notaron sus ciudadanos algunos arreglos
que hizo la alcaldía con motivo de esta visita. “Lavaron las calles, sembraron
plantas, arreglaron jardines y ojalá volviera el Papa para que tapen más huecos”,
dijo Matilde García, vendedora ambulante.
A su llegada a la Nunciatura Apostólica, donde
pernoctará durante su visita en Colombia, recibió a unos 200 jóvenes de
Idipron, el Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud,
que le rapearon, le bailaron, le
hicieron peticiones como adelantar un proceso de canonización del padre Javier
de Nicoló y le entregaron regalos como una ruana de lana, unas velas y una biblia hechas por ellos y a su vez
recibieron camándulas del Pontífice.
“Gracias por la valentía, gracias por el coraje. No se
dejen robar la alegría, no se dejen robar la esperanza. Que nadie se las robe,
que nadie los engañe”, les dijo pausadamente y al final les pidió que rezaran
por él.
Acto seguido el Papa se adentró a la Nunciatura donde
le esperaban una reunión con el nuncio y una comida breve. Así pasó su primer
día en Bogotá como Pontífice, el cardenal Jorge Bergoglio.
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